Hemos hablado con nuestra coach, Alicia Gómez, sobre una de las emociones más comunes y universales: la vergüenza. Para superar esta y cualquier otra sensación que te esté limitando a lograr tus objetivos, no dudes en cerrar una sesión de coaching presencial u online.
¿Qué es la vergüenza?
La vergüenza es un tema emocionalmente profundo y universal. Es una emoción que todos hemos experimentado en algún momento de nuestras vidas y es poderosa porque puede tener un impacto significativo en nuestra autoestima, relaciones y bienestar emocional. Sin embargo, es una emoción a menudo ocultada debido al estigma social, la vulnerabilidad que implica, las normas culturales que desalientan la expresión de emociones negativas, la preocupación por la autoimagen y la falta de comprensión de lo que se siente. A pesar de estos desafíos, hablar abiertamente sobre la vergüenza es crucial para su superación y crecimiento personal.
La vergüenza es una emoción intensa que surge cuando sentimos que hemos fallado de alguna manera o somos defectuosos en un aspecto fundamental de nuestra vida. Es una sensación de incomodidad profunda y a menudo se acompaña de la sensación de ser juzgados por otros.
La diferencia clave entre la vergüenza y la culpa radica en lo que estamos sintiendo. Cuando sentimos vergüenza, nos sentimos mal por lo que somos, por nuestra identidad. Por otro lado, la culpa implica sentirnos mal por algo específico que hemos hecho o no hemos hecho.
¿Exiten tipos de vergüenza?
La vergüenza no es una emoción monolítica, tiene matices y puede manifestarse de diferentes maneras. Dos de los tipos más comunes son la “vergüenza tóxica” y la “vergüenza saludable”.
La vergüenza tóxica es aquella que nos paraliza y nos hace sentir inadecuados de una manera destructiva. Es la vergüenza que nos dice que no somos lo suficientemente buenos, inteligentes o atractivos. Esta forma de vergüenza puede ser debilitante y puede llevarnos a evitar desafíos o tomar riesgos.
Por otro lado, la vergüenza saludable es aquella que nos motiva a crecer y mejorar. Se produce cuando sentimos que cometemos un error, pero en lugar de hundirnos en la autocrítica, nos impulsa a aprender de nuestros errores y ser mejores.
Un aspecto fascinante de la vergüenza es su capacidad para actuar de manera dual: puede ser una emoción capacitante o limitante, dependiendo de cómo la enfrentemos.
Existe además una vergüenza capacitante y otra limitante. La capacitante es aquella que nos motiva y nos impulsa a mejorar. Por ejemplo, si cometemos un error en el trabajo y nos sentimos avergonzados, esa vergüenza puede llevarnos a estudiar más, adquirir nuevas habilidades y ser más cuidadosos en el futuro. Es una especie de “chispa” que nos ayuda a crecer. Sin embargo, cuando la vergüenza se vuelve abrumadora y persistente, puede convertirse en limitante. En este caso, nos paraliza, nos hace sentir inadecuados y nos impide tomar medidas positivas. Esta forma de vergüenza puede ser dañina y debemos aprender a reconocerla y abordarla.
¿Interactúan otras emociones con la vergüenza?
La vergüenza rara vez está sola. A menudo se entrelaza con otras emociones, lo que la hace aún más complicada de manejar. Por ejemplo, cuando nos sentimos avergonzados, es común que experimentemos miedo. Tenemos miedo de la crítica o el rechazo de los demás.
La tristeza también puede acompañar a la vergüenza. Sentirse inadecuado o defectuoso puede llevar a emociones de tristeza y desesperanza. La ira a veces también puede surgir en relación con la vergüenza. Podemos sentirnos enojados con nosotros mismos por cometer un error o con quienes nos avergüenzan.
¿Cómo afecta esta emoción a la vida cotidiana?
La vergüenza no es una emoción pasiva. Tiene el poder de influir en nuestras vidas diarias de maneras que a menudo subestimamos. Por ejemplo, puede llevarnos a evitar oportunidades de crecimiento personal o profesional. Cuando tememos la crítica o el juicio de los demás, es más probable que nos retraigamos y evitemos situaciones desafiantes.
La vergüenza también puede afectar nuestras relaciones personales. Puede dificultar la apertura y la comunicación con los demás. Nos sentimos vulnerables y tenemos miedo de ser rechazados, por lo que nos escondemos detrás de una máscara de perfección.
En resumen, la vergüenza puede ejercer un control silencioso, pero poderoso sobre nuestras decisiones y acciones cotidianas.
¿Cómo puede ayudarnos esta emoción?
La vergüenza puede ser una emoción compleja que tiene sus ventajas y desventajas.
Puede ayudarnos a reflexionar para mirar hacia dentro sobre nuestras acciones y elecciones. Puede motivarnos a aprender de nuestros errores y esforzarnos para mejorar. Además, nos ayuda a motivarnos para aprender de nuestros errores y esforzarnos por mejorar.
Sin embargo, la vergüenza excesiva puede alimentar la autocrítica negativa, puede llevar a aislarnos y, si no se maneja de manera adecuada, puede contribuir a problemas de salud mentar como la ansiedad y la depresión.
¿Cómo tratar la vergüenza desde la perspectiva de la psicología positiva?
La psicología positiva nos ofrece una perspectiva valiosa sobre cómo abordar la vergüenza. En lugar de centrarse en lo que está “mal” con nosotros, la psicología positiva se centra en identificar y desarrollar nuestras fortalezas personales.
Esta perspectiva nos alienta a cultivar la resiliencia emocional y el crecimiento personal. En lugar de lamentarnos por nuestros errores, podemos verlos como oportunidades de aprendizaje y crecimiento. Esta mentalidad puede ayudarnos a cambiar nuestra relación con la vergüenza y convertirla en una fuerza motivadora en lugar de una limitación.