¿Sabías que un adolescente promedio en Japón carga una mochila randoseru que pesa entre seis y ocho kilos? Aunque parece una carga exagerada, no es tan distinto a lo que muchos de nosotros llevamos a diario al trabajo, la escuela o incluso al gimnasio. El problema no es solo el peso, sino cómo lo llevamos.
¿Mochila o bolso?
Si eres de las personas que prefiere llevar una mochila, alguna vez has sentido que llevas la casa a cuestas. Pero, ¿te has preguntado si lo que cargas es realmente necesario? A veces llevamos libros que no leeremos o gadgets que no usaremos, cosas que sobrecargan la espalda y, peor aún, levantamos el peso sin ajustar las correas ni equilibrar el peso. Hacer esto nos lleva a terminar con un terrible dolor lumbar y cervical.
Y si eres de los que lleva un bolso cruzado o colgado del hombro… ¡Cuidado! Pueden verse muy estéticos, pero obligan a tu columna a compensar el peso inclinándose hacia un lado. Esto puede provocar escoliosis funcional.
Ya seas del team mochila o del team bolso, debes saber que el exceso de peso y el mal uso de estos accesorios afectan nuestra salud más de lo que pensamos. Puede ocasionar dolor de cuello y hombros por la tensión constante a la que son sometidos. Asimismo, causa problemas lumbares, ya que al cargar mal nuestro bolso, todo el peso recae en la parte baja de la espalda. Además, con el tiempo, empiezas a encorvarse sin darte cuenta debido a la mala postura que genera la carga que levantamos.
¿Cómo salvar tu espalda?
- Lleva lo indispensable: haz una limpieza semanal de tu bolso o mochila. Sé selectivo. Carga sólo lo que requieras.
- Ajusta las correas: la mochila debe quedar pegada a tu espalda y a la altura de la cintura.
- Equilibra el peso: si usas bolso de un lado, cámbialo de hombro regularmente o considera uno cruzado. Para mochilas, distribuye el peso entre ambos hombros.
- Menos es más: Si puedes, apuesta por mochilas ergonómicas y ligeras.
Nuestra espalda no pide mucho, solo un poco de cuidado y conciencia. Y recuerda, ¡Tu columna no tiene repuestos!
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